María Montessori se refería a un maestro como un orientador que era el vínculo dinámico entre el niño y el ambiente. De esta forma enfatizaba la función del guía, que era la preparación del ambiente, la observación y enseñarles a los niños el correcto uso de los materiales, dándoles las lecciones correspondientes. De esta manera, ayuda a los niños a enseñar, construir y perfeccionarse por sí solos.
La función de todo guía Montessori depende de su habilidad de observación a los niños, pues debe operar siempre de manera indirecta mediante ejemplos y sugerencias ocasionales.
Un guía debe adquirir conocimiento del desarrollo y crecimiento humano, pues debe estar bien informado acerca de la enseñanza y aprendizaje. Un buen guía a lo largo de toda su profesión nunca deja de aprender y crecer. Por otro lado, el/la guía debe conocer la naturaleza y objetivo de cada material de trabajo para los niños, ya que luego a través de la observación a los niños, el/ la guía sabe cuál es el momento ideal para darle la presentación de algún material a los niños. El educador o educadora debe ser una persona en crecimiento, teniendo en cuenta un crecimiento realista de sí mismo/a y ser capaz de reflexionar objetivamente sobre sus propias capacidades y comportamiento, esto incluye el adiestramiento del carácter, que es una preparación del espíritu dividido en tres aspectos:
1. Dan interés por la humanidad.
2. Ver a los niños como individuos únicos, diferentes unos a otros.
3. Tener fe en que el niño se revelará.
Todo guía Montessori es un papel sumamente importante para la motivación de los niños, pues dirige a los niños en el camino adecuado y estimula su interés en actividades y materiales que puedan satisfacer sus necesidades y sensibilidades.
La preparación de un/una guía Montessori requiere una buena habilidad de observación acertada, sin prejuicios. También involucra una actitud de humildad y respeto hacia el niño con respecto a las observaciones, en general las barreras que pueden impedir una buena relación entre el niño y la guía son el orgullo y el enojo.
La/el guía debe exhibir el mismo comportamiento que desea y espera de otros, ya que al ser un adulto, en muchos casos es un ejemplo para los niños.
Muchos dicen que en el método Montessori se requiere muy poco del maestro ya que no siempre debe interferir en el trabajo del niño, dejándolos en sus propias actividades. No es que el/la guía Montessori sea inactivo/a, mientras los profesores tradicionales son activos, sino que las actividades que realizan los alumnos independientemente se deben a la preparación que les ha dado el/la guía, de esta forma, su inactividad posterior es señal de su éxito.
En un aula Montessori el/la guía no tiene un escritorio donde siempre deba estar, ni ninguna otra cosa que la sitúe en el papel de “capitán del barco”, pues está en movimiento constantemente, puede estar sentada en un tapete o en una mesa para niños, o estar parada. El movimiento que ejerce todo guía es de manera silenciosa y estando siempre alerta a los actos y necesidades de todos.
El maestro Montessori debe tener la habilidad de permanecer en silencio y estando pasivo, anulando su propia personalidad para que el espíritu del niño pueda expresarse libremente. Esto se realiza sin instrucción, amenaza, premios, ni castigos.